martes, 1 de enero de 2013

La última cena pasa factura


Y no en euros, no, la factura la pasa en kilos.

Comienzo el año con un tremendo 79,3 en la báscula, claro que eso sólo es indicativo de que la cena de ayer fue como tenía que ser: opípara.

Y me pregunto: ¿por qué hemos de celebrar ciertas cosas cometiendo excesos? Si yo no bebo alcohol (que no lo bebo desde junio del año pasado), tampoco lo beberé sólo porque sea tal o cual día del año ¿no? O si no fumo (que tampoco). Así que cometemos una incongruencia terrible cuando, en aras del festejo (y, no nos engañemos, de la inclusión social) tratamos a nuestro cuerpo como si fuera un vertedero, nos permitimos toda clase de excesos y lo llamamos "indulgencia".

Pero ya no más. Mi nuevo propósito para el 2013 es celebrar las cosas con alegría, pero sin hacer cosas perjudiciales que el resto del tiempo no haría.


2 comentarios:

  1. Qué razón tienes, no me veas como me he arrepentido hoy de haberme pasado bebiendo alcohol. Si apenas bebo alguna vez una caña con limón o si salgo a cenar con mi novio un par de copas de vino, ¿por qué bebí tanto ayer? Si me sienta mal. Eso no es celebrar algo, si luego te encuentras mal. En fin que tienes razón.

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