Para resumir muy mucho os diré que tengo hiporitoridismo, que parece que no es gestacional como creían en un principio, sino autoinmune. Tengo los anticuerpos por las nubes. Esto, hablando en plata, significa que mi sistema inmune se ha vuelto un poco loco y en vez de atacar bacterias y bichitos varios, se ha puesto a atacar a mi pobre glándula tiroides la cual, como resultado del ataque, no fabrica suficientes hormonas. O más bien, quizás fabrica suficientes para una persona, pero no para dos, así que el bebé la chupa toda y yo tengo déficit.
Los síntomas del hipotiroidismo son tremendos, y es una de esas enfermedades desconocidas y muy incomprendidas. Muchos días no he podido ni levantarme de la cama, ni hacer nada. NA-DA. Literalmente. Mi capacidad intelectual ha descendido hasta límites preocupantes, he tenido la cabeza constantemente embotada. La piel y los labios secos, afonía, aumento de peso injustificado, estreñimiento severo, caída masiva del cabello, frío constante, uñas débiles, etc. Es una enfermedad que va ganando terreno silenciosamente y, para cuando te quieres dar cuenta, ha venido para quedarse.
Como podéis imaginar, he investigado mucho sobre el tema. Y como era previsible, uno de los factores más importantes es la dieta. Parece ser que hay un porcentaje relativamente alto de hipotiroideos que también son celíacos o tienen intolerancia al gluten. Bien, yo soy una de ellos y os vengo a contar cómo han sido mis primeros 9 días sin gluten.
1) Tengo, por fin, el cutis como es debido, y no lleno de rojeces como lo he tenido en los últimos meses.
2) También la piel de los brazos ha mejorado mucho. Yo tengo esos típicos granitos (no sé si tienen un nombre técnico, seguro que sí) y no han desaparecido pero casi.
3) Tengo más energía y la cabeza mucho más despejada (aunque en eso también juega un papel importante la medicación, lógicamente).
4) Mis digestiones son ligeras. Como dice Arguiñano: la mejor digestión es la que no se nota (o algo así). Pues bien, yo lo he conseguido).
5) Tengo menos hambre. Como un poquito cada 3 horas pero nunca tengo un hambre canina, no llego a las horas de las comidas principales con hambre voraz y no me pego atracones. Además, después de comer, me siento satisfactoriamente saciada, algo nuevo para mi.
6) He descubierto que se puede vivir sin harinas. No echo nada de menos el pan. Bueno, a veces cuando veo la salsita que queda en el plato me da como morriña, pero ni se me ocurre hacerlo porque sé que no me sentaría bien, y no merece la pena.
7) También he descubierto que se puede comer sin gluten fuera de casa sin mucho problema. Al menos yo que soy intolerante al gluten y no tengo problema con la contaminación cruzada. Quiero decir, que puedo comer algo sin gluten que se haya preparado en una cocina donde también se usa gluten y eso no me afecta.
8) Le estoy cogiendo el gusto a la cocina. Yo siempre había odiado cocinar. Ahora me toca investigar nuevas recetas y nuevos productos (como la harina de maíz o de arroz, por ejemplo) así que estoy en plan Beakman haciendo experimentos culinarios y me lo paso pipa.
9) Por último, parece que he frenado la subida de peso que estaba teniendo y por la que ya me han echado la bronca la ginecóloga y la endocrino (7 kilos en 5 meses). De todos modos mañana me toca pesarme, así que volveré al menos para actualizar el peso en el lateral del blog.