Para mi el año comienza el 1 de septiembre, cuando se acaban las fiestas de mi pueblo y todo empieza a volver a la normalidad rutina. Pero en diciembre no me libro de hacer balance, aunque me aburre y no sé si sirve de mucho.
Ha sido el año de coger el toro por los cuernos, asumir la obesidad y ponerme manos a la obra. Empezar la dieta no tiene mérito. Tendrá mérito continuar y no perder los buenos hábitos que voy cogiendo (o eso intento). El año de dejar un trabajo aburrido y empezar a hacer lo que de verdad me gusta y, oh sorpresa, lo que de verdad se me da bien. ¿Por qué tardé tanto?
Lo peor ha sido llegar a diciembre y perder un poco la esperanza, no ver los resultados que pensé que vería en lo personal. Cumplir años y perder un poco la ilusión porque las navidades ya no son lo que eran. Siempre fue una mentira, en realidad.
2013 será el año de los viajes. Quiero aprender un poco de fotografía (rudimentaria, porque es que ahora, ni eso) porque un blog de viajes no es un blog de viajes si no cuenta con buenas fotos. Será el año de los libros y de las conferencias. Tengo cuatro libros proyectados, y cada uno va con su ciclo de conferencias a juego, sin contar con las rondas de entrevistas y presentaciones.
Los mejores momentos del 2012 han sido profesionales. Me invitaron a eventos importantes. Llegó el reconocimiento tras años de trabajo. Ahora mi opinión importa. Me citan. Me piden consejo. Autores desconocidos me mandan libros para que los reseñe. Gente con ilusión me habla de sus nuevos proyectos para que los difunda. Presido una asociación nacional y me nombraron consejera de una internacional.
Veamos si el 2013 es el año de los momentos personales. Voy a preocuparme menos. A vivir más.