He descubierto un patrón:
cuando me propongo seguir la dieta a rajatabla (y por dieta me refiero a estilo de vida saludable, cambio de hábitos, etc) inevitablemente paso por momentos de bajón, de comer por ansiedad, de mandarlo todo a la m**rda y de comer peor que nunca y no moverme.
Pero si me permito algunas indulgencias sin culpabilizarme por ello, entonces el resto del tiempo estoy muy tranquila y hago las cosas bien. Me refiero a indulgencias como ir al cine y no privarme de las palomitas y la cocacola (zero) o como no dejar de llevar a mi hijo a McDonald's sólo porque yo esté a dieta (acompañando mi hamburguesa de ensalada y agua en vez de papas y cocacola).
Cada vez que he conseguido perder peso de modo constante y estable ha sido porque me he permitido estos pequeños excesos que me han salvado de mi misma. Porque, no lo neguemos, el sobrepeso y los hábitos no saludables son una cuestión puramente emocional.
No sé si nos pasa a todos, supongo que no. Tengo un amigo que decidió dejar de comer azúcar y lo hizo de un día para otro, de golpe, sin período de transición y sin excepciones. Para mi eso habría sido causa de ansiedad y habría terminado comiendo más azúcar que antes.
Así que mi conclusión es que debemos observarnos a nosotros mismos. Para eso va genial llegar un diario con el registro de lo que tomamos pero también de lo que hacemos y de cómo nos sentimos. Y luego ir comparando resultados y buscando los patrones, que todos los tenemos.
Por ejemplo, un patrón que detecto en casi todos es que no solemos decir "hoy empiezo" sino "el lunes empiezo" o "después de las vacaciones empiezo" o "después de las fiestas de mi pueblo empiezo". Y otro patrón en el que solemos caer es el de abandonar el blog cuando abandonamos la dieta. Yo esta vez (desde que volví el miércoles) me he propuesto seguir actualizando incluso aunque no cumpla con los hábitos saludables.
A ver qué pasa.
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